Con el nombre de Mayo francés o Mayo del 68 se conocen los acontecimientos sucedidos en Francia en la primavera de 1968.
Todo se inició cuando se produjeron una serie de huelgas estudiantiles en numerosas universidades e institutos de París, seguidas de confrontaciones con la universidad y la policía. El intento de la administración de Charles de Gaulle de ahogar las huelgas mediante una mayor carga policial sólo contribuyó a encender los ánimos de los estudiantes, que protagonizaron batallas campales contra la policía en el Barrio Latino y, posteriormente, una huelga general de estudiantes y huelgas diversas secundadas por diez millones de trabajadores en todo el territorio francés (dos tercios de los trabajadores franceses). Las protestas llegaron a tal punto que De Gaulle disolvió la Asamblea Nacional y se celebraron elecciones parlamentarias anticipadas el 23 de junio de 1968.
La primera reivindicación de los estudiantes fue que se les permitiera acceder a los dormitorios de las mujeres en las universidades, acceso que no estaba permitido por las normas sociales de la época. Al principio el movimiento surgió como respuesta estudiantil a la represión policial, pero en poco tiempo los trabajadores iniciaron fuertes huelgas que paralizaron el país, en las cuales, el principal promotor fue la CGT, referente sindical del Partido Comunista Francés. A medida que el movimiento se fue radicalizando, la CGT y el Partido Comunista Francés se fueron distanciando del movimiento.
El gobierno se encontraba, en ese punto, al borde del colapso, pero la situación revolucionaria se evaporó tan rápido como había surgido. Los trabajadores, después de haber conseguido importantes mejoras salariales, volvieron al trabajo, a petición de la Confederación General del Trabajo, sindicato izquierdista, y del Partido Comunista Francés. Cuando se celebraron las elecciones, el partido gaullista emergió más fuerte que antes.
La época inmediatamente anterior a mayo del 68 se considera el boom de la posguerra; la afiliación a los sindicatos era muy baja y los sueldos estaban en alza, pero una parte de los trabajadores aun tenía sueldos ridículos a pesar de que el comercio exterior llegó a triplicarse. El 22 de marzo de 1968, ocho estudiantes (entre ellos Daniel Cohn-Bendit, conocido en todo el mundo como el Rojo) de Nanterre protestaron por el arresto de seis miembros del Comité Nacional de Vietnam. La población estudiantil había crecido espectacularmente, y los fondos destinados eran insuficientes. La masificación, la falta de medios, la imposibilidad de dar salidas laborales a todos los nuevos licenciados y la represión por parte de la policía a las protestas estudiantiles encendieron la chispa: el 22 de abril, 1.500 estudiantes acudieron a una reunión en la Universidad de Nanterre (a las afueras de París), que provocó que los 8 implicados en la protesta fueran arrestados. Gran parte de estas actividades giraban en torno a los grupos relacionados a la revista Noir & Rouge (NR), de orientación anarquistaheterodoxa.
Algunas partes del PCF (Partido Comunista Francés) criticó a los rebeldes de Nanterre con artículos periodísticos en los que tachaba a los estudiantes de “hijos de la gran burguesía".
La situación en el sector industrial no era mucho mejor; las huelgas y los despidos en las fábricas eran casi diarios y la situación laboral de un gran número de trabajadores se podía considerar precaria.
Muchos de los manifestantes asumieron causas de izquierdas, como el comunismo, el rechazo a la guerra de Vietnam, el anarquismo o el situacionismo. Muchos vieron los hechos como una oportunidad de cambiar la "vieja sociedad" en muchos de sus aspectos, como los métodos educativos y la libertad sexual. Una minoría de manifestantes, como el grupo Occident, apoyaba causas de extrema derecha.
Una parte importante del movimiento criticaba la sociedad occidental en sus fundamentos, en sus estructuras básicas (ver crítica social). Si bien el marxismo revolucionario era la ideología de moda, el pensamiento que guió principalmente el movimiento, el situacionismo, estuvo más cerca del anarquismo, que pretendía transformar la sociedad, eliminando toda forma de autoritarismo, desde los exámenes universitarios hasta la presidencia de la República.
Mayo del 68 dejó unas consecuencias ambiguas. Los partidos comunistas occidentales acentuaron su distanciamiento de Moscú y de la lucha revolucionaria, sobre todo los de Italia y España, dando lugar al eurocomunismo y aceptando el marco democrático y la revolución científico-técnica. Se creó una “nueva izquierda”, mucho más crítica con los modelos económicos y políticos del capitalismo occidental e incluso del socialismo de la Europa del este. A pesar de ello, algunos sectores sociales comprometidos en los movimientos de mayo del 68 mostraron sus recelos respecto a los partidos comunistas occidentales por la tibia actuación que habían tenido.
Los grupos izquierdistas más extremistas calificaron de traición esta actuación, y formaron numerosas organizaciones y partidos políticos al margen de los tradicionales (Ligue Communiste, Lutte Ouvriére, Alliance des Jeunes pour le Socialisme, Internationale Situationniste…). Se fundó también el periódico “Libération” bajo la dirección de Sartre, que recogía el espíritu del movimiento estudiantil. La frustración de las esperanzas llevó a algunos, influidos por la mitificación de las luchas guerrilleras del tercer mundo, a una guerrilla urbana que desembocó en varios países en la formación de grupos terroristas como las Brigadas Rojas en Italia o el RAF (fracción del ejército rojo) en la RFA.
Mayo del 68 supuso un cambio en las formas organizativas, ya que se estructuró en función a las acciones, rompiendo con las jerarquías que reinaban también en los movimientos de izquierdas. A partir de ese momento, las asambleas se convirtieron en el motor de estas organizaciones, y los delegados, en portavoces de las decisiones mayoritarias.
Fue también una crítica al sindicalismo de la época, al que consideraban como una pieza más del sistema capitalista, ya que no atendió convenientemente las necesidades de los obreros. Se hizo posible una renovación tanto de formas como de ideas que perduraban desde hacía largo tiempo.
Antes de mayo del 68, la palabra “revolución” parecía ser algo enterrado en la historia, nada hacía pensar que en un país desarrollado y en un momento de bonanza económica como Francia pudieran darse hechos como los de aquel mes. Mayo del 68 inauguró la era del poder estudiantil donde la juventud apareció como un factor social y político de importancia (sin embargo existen antecedentes importante de movilizaciones estudiantiles como por ejemplo la Reforma Universitaria de 1918 en Argentina), no estaban en aquel momento respondiendo a una situación de autoritarismo, de desigualdades sociales extremas, etc.
La rebelión francesa sorprendió a sus contemporáneos no sólo por ser llevada a cabo porque se produjo en un mundo que llevaba dos décadas de crecimiento sostenido, de democratización, y en general de un bienestar como occidente no ha conocido en otro momento de este siglo.
Europa entera estuvo pendiente de cuanto acaecía en Francia aquellos días, y muchos grupos de izquierda se inspiraron en las ideas francesas y vieron en ellas una posibilidad de llevar a cabo sus propias reivindicaciones. Se ha convertido en un símbolo, en un ejemplo y en una lección de lo que se puede lograr, de cómo hacer las cosas y de cómo no hacerlas y en un icono de la utopia.
A partir del mayo del 68, se produce una transformación en el mundo entero, como por ejemplo: los movimientos de izquierda. Antes de este acontecimiento los partidos eran hegemonizados por el partido comunista presovietico, que a su vez era reformista; era una izquierda dogmática y dominante. Se tenía una concepción de que solo la clase obrera era socialista, es decir, que cualquier otro tipo de trabajo, como el campesinado, no era involucrado.
Después de mayo del 68, los movimientos indígenas, feministas, ecologistas, estudiantil, homosexual etc. florecen (eso no quiere decir que no existieran) sino a través del mayo francés, estos son reconocidos en el mundo entero. Emergiendo la demanda de identidad y el reclamo a una libre expresión.
Luego vino el endurecimiento de la guerra fría, las crisis económicas y del petróleo, y los soñadores de los sesenta debieron orientarse a la lucha contra el hambre, la conservación de la ecología, el freno de la carrera armamentística… El mismo Cohn-Bendit es hoy un político "verde" en Alemania, pero otros muchos que fueron rebeldes en los sesenta son hoy parte del sistema que algún día criticaron.
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