domingo, 21 de junio de 2009

¿Teléfono Rojo? Volvamos hacia Moscú

Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú? es la única comedia de la filmografia de Stanley Kubrick (Nueva York, 1928 - Harpenden, Gran Bretaña, 1999), definida por el mismo director como "una comedia de pesadilla". No se trata, en efecto, de una comedia normal y corriente, pero tampoco de una simple visión satírica del ejército norteamericano y de los terribles peligros derivados de la mala utilización de la energía nuclear. Kubrick adopta un punto de vista crítico e irónico sobre la historia que explica, pero lo hace con la voluntad de no suspender en ningún momento la credibilidad del espectador.
El argumento del film es terriblemente dramático y serio: en un sentido estricto, todos los hechos que relata resultan creïbles (la insubordinación de un general del ejército que decide iniciar una guerra mundial por su cuenta, los intentos desesperados de los gobiernos norteamericano y soviético por buscar una solución al conflicto, la posibilidad de que uno de los bombarderos no recibiera el orden de abortar la misión y no fuera interceptado a tiempo por el ejército ruso). El desarrollo realista de la acción no resulta extraño si tenemos en cuenta que la novela de Peter George en qué se basa la película, Red alert (publicada con el título Two hours to doom en Gran Bretaña y firmada con el pseudónimo Peter Bryant), es una historia de suspense absolutamente seria que, además, acaba de manera optimista, con americanos y soviéticos comprometiéndose a evitar riesgos parecidos en el futuro. Kubrick y el mismo George estuvieron varios meses trabajando en una adaptación fiel de la novela, pero se decantaron finalmente por la inclusión de dosis de ironía y humor. En este aspecto, la participación en el guión del escritor Terry Southern (1926 - 1995) fue decisiva: Southern contribuyó a dar al film el toque de humor negro necesario para el buen funcionamiento de la historia, introdujo al personaje del Doctor Strangelove (que no aparece en la novela de George) y cambió el título original de la película por el definitivo, que se podría traducir como "Doctor Strangelove, o como aprendí a dejar de preocuparme y a estimar la bomba".
El tratamiento satírico y paròdic de la historia, lejos de actuar como un elemento distanciador respeto a la acción y a los personajes, consigue transmitir en todas sus dimensiones el horror y el absurdo de una situación límite desencadenada por una serie de grotescas casualidades (1). El futuro de la humanidad, sin ir más lejos, está en manos de un grupo de personajes ridículos y delirantes que resulta imposible tomarse seriamente: Merkin Muffley, un presidente ingenuo y inocente, absolutamente incapaz de hacer nada para evitar el desastre; el Doctor Strangelove, un científico nazi reconvertido en Director de Investigación y Desarrollo Armamentístico; Jack D. Ripper (nombre que en inglés evoca la figura de Jack el Destripador), un general psicótico y absolutamente enloquecido; o el general "Buck" Turgidson, incapaz de concentrarse ni de pensar fríamente sino es para expresar sus ideas anticomunistas. La mayoría de los oficiales del ejército que aparecen a la película, de hecho, han llegado al poder gracias a las medallas y a los méritos obtenidos en otros conflictos (2), sin que su perfil psicológico o sus verdaderas inclinaciones ideológicas tengan ninguna clase de importancia para el gobierno.
El humor y la comicidad del film deriva no tanto del trágico y brutal desarrollo de los acontecimientos sino de la descripción caricaturesca y exagerada de los personajes (el comportamiento infantil del embajador ruso, el Mayor T. J. "King" Kong disfrazándose de cowboy ante el inminente ataque sobre los objetivos rusos, el Presidente Muffley hablando por teléfono con su homólogo ruso Dimitri, a quien ha localizado medio borracho en una especie de orgía, el soldado que se niega a disparar contra una máquina de Coca-cola alegando que se trata de una propiedad privada). Kubrick también subraya la voluntad satírica de la producción con la utilización de pequeños detalles y elementos casi externos a la propia acción, como el cartel "La paz es nuestra profesión" enmarcado en el despacho del general Ripper y colocado a la entrada de la base aèrea de Burpleson, o las canciones de la banda sonora: "Sigue sonriendo / como siempre sonriente / hasta que las nubes oscuras / dejen paso a un cielo azul" canta Vera Lynn al final de la película, acompañando las imágenes de las explosiones atómicas que simbolizan el fin del mundo.

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