Las Misiones Pedagógicas fueron un proyecto educativo español creado en el seno del Museo Pedagógico Nacional y de la Segunda República Española e inspirado en la filosofía de la Institución Libre de Enseñanza, dieron comienzo en 1931 y finalizaron con el comienzo de la guerra civil en 1936.
El 29 de mayo de 1931 se creó por Decreto el Patronato de Misiones Pedagógicas con el encargo de «difundir la cultura general, la moderna orientación docente y la educación ciudadana en aldeas, villas y lugares, con especial atención a los intereses espirituales de la población rural». Dependía del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes y estaba dirigido por una Comisión Central, cuya sede se encontraba en el Museo Pedagógico.
Este Museo, que había comenzado a funcionar en 1884 como centro de investigación, muy vinculado -tanto por sus colaboradores como por su tarea- con la Institución Libre de Enseñanza, se convirtió en pieza fundamental del proceso de renovación de la enseñanza pública que culminaría en los años de la Segunda República. Ya en 1881 Francisco Gines había propuesto una serie de medidas para la reforma de la institución pública que incluia la idea de las Misiones, Gines proponía la creación de unas Misiones Ambulantes que incluian los servicios que luego ofrecerían las Misiones Pedagógicas, servico de biblioteca, el museo del pueblo, el cine, el coro y el teatro del pueblo, sección de música y retablo de fantoches.
Entre los días 17 y 25 de diciembre de 1931 se realizaró la primera de las Misiones Pedagógicas en la localidad segoviana de Ayllón.
El Patronato de las Misiones Pedagógicas estuvo presidido por Manuel Bartolomé Cossío y la Comisión Central estaba formada, entre otros, por el Director del Museo Pedagógico (que actuaba como Vicepresidente), Rodolfo Llopis, Marcelino Pascua, Antonio Machado, Pedro Salinas, Óscar Esplá, Ángel Llorca y Luis Álvarez Santullano (que ejercía de Secretario)...
Debido a la situación de España con respecto a otros países europeos en materia de educación, la cual contaba con una mayoría de analfabetismo del 44´3% localizada principalmente en el ámbito rural con escasos medios y miseria, se crean y desarrollan en la 2ª República proclamada tras la derrota electoral de los partidos monárquicos en las elecciones municipales de Abril de 1931, las misiones pedagógicas, las cuales antes de estallar la Guerra Civil desaparecen. Estas misiones fueron creadas por el presidente Niceto Alcalá-Zamora y Marcelino Domingo, Ministro de Instrucción Pública y de Bellas Artes a través del Decreto del 29 de Mayo de 1931, con el fin de "difundir la cultura general, la moderna orientación docente en lugares rurales, villas y aldeas".
Fue un tiempo donde por primera vez en nuestro país la cultura se entendió como un bien común y no como algo reservado para las clases privilegiadas. Los verdaderos protagonistas de estas misiones fueron los ciudadanos de los pueblos y aldeas donde llegaron, además de los que colaboraron en ellas como maestros, intelectuales, pintores, etc.
Para la asignación de una misión a una determinada localidad, era necesario que ésta realizase una propuesta acompañada de un informe que recogiera datos sobre la geografía, economía, distribución de la población, situación cultural y escolar, ambiente social, comunicaciones, itinerario posible y cualquier otra peculiaridad de la comarca que pudiera ser útil para la organización de la futura misión. Aunque el principio no fue muy prometedor, a los pocos meses las solicitudes se dispararon y se hizo imprescindible una rigurosa selección, primando a los pueblos más pequeños y aislados. Las misiones no tenían una duración fija, ésta oscilaba entre uno y quince días, dependiendo de las actividades programadas en cada lugar y del itinerario pendiente. El equipo misionero, encargado de llevar a cabo las actividades, disponía de proyectores, gramófonos, escenarios de sencillo y rápido montaje, y lotes de libros y discos, para ofrecer: proyecciones de películas educativas o de recreo; representaciones teatrales, musicales o corales; conferencias seguidas de coloquios; charlas sobre temas instructivos, profesionales, sanitarios y de educación cívica… etc. Una vez terminada la visita, se entregaba al maestro una pequeña biblioteca para instalar en la escuela y, en ocasiones, un gramófono con un pequeño lote de discos. Estas modestas bibliotecas, pese a ubicarse normalmente en las escuelas, estaban dirigidas al conjunto de la población para despertar su afición por la lectura y elevar su nivel cultural. Éste era el único servicio que permanecía, una vez que la misión marchaba a otro lugar.
Los misioneros gracias a su entrega e ilusión significaron el principal motor de las misiones pedagógicas. Estos eran desde maestros, profesores, artistas, jóvenes lectores, hasta personalidades de primera fila, como nuestra gran filósofa María Zambrano, Alejandro Casona, José Val de Omar, Ramón Gayao o Carmen Conde.
En los años 30 hubo un auge acreciento de Bibliotecas en España, motivado en su mayoría por la apertura a experiencias de países más desarrollados. La investigación erudita intentaría resolver los principales problemas de las bibliotecas Españolas; el atraso con respecto a países de nuestro entorno, le escasa y deficiente formación profesional, y la necesidad de una renovación y ampliación de la misión de los bibliotecarios.
A pesar de todo la principal preocupación existente de los profesionales españoles era el desarrollo de las bibliotecas públicas y la mejora del acceso al libro particularmente en las zonas rurales. Por aquella época se demandaba el aumento de las dotaciones económicas necesarias para la creación de modernas bibliotecas y la renovación de las obsoletas colecciones bibliográficas. A estas carencias hay que añadir el escaso número de bibliotecarios profesionales lo que obligó a que la extensión de la lectura pública fuese realizada por personal no bibliotecario.
El Patronato de Misiones Pedagógicas encomendó la gestión de las bibliotecas rurales en su mayoría a maestros y en ciertas circunstancias a personas de instrucción. Labor que presentaban formación técnica. El maestro en cada biblioteca realizaba la gestión de catálogos de libros, llevaba la contabilidad, el registro de los libros prestados y un informe al final del año, el cual indicaba el movimiento de la biblioteca y la situación de caja. Todo ello, sin recibir ninguna retribución a cambio
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