La entrevista de Hendaya se produjo el 23 de octubre de 1940 , donde Francisco Franco se entrevistó con Adolf Hitler, acompañados de sus ministros de Asuntos Exteriores, Ramón Serrano Suñer (España) y Joachim von Ribbentrop (Alemania). El resultado fue que España finalmente no entró en la guerra como beligerante, aunque hoy en día se discute si fue porque Hitler no estaba dispuesto a ceder a las demandas de Franco, si este las "infló" deliberadamente para lograr la neutralidad del país o si fue una mezcla de ambos factores.
También se discute hasta que punto la información secreta que le pasó Wilhelm Canaris (quien le aseguró a Franco, a espaldas de Hitler, que Alemania no ganaría la guerra), influyo en las decisiones que posteriormente tomara Franco. Las demandas territoriales sostenidas como punto partida por ambas dictaduras para afrontar las negociaciones eran:
* Por parte de Hitler, la cesión de una de las Islas Canarias, una base naval en Mogador o Agadir y, al parecer, la isla de Fernando Póo.
* Por parte de Franco, además de la colonia británica de Gibraltar, Orán, Marruecos y Guinea, las tres, parte integrante del imperio colonial francés. Además se sugirió la posibilidad de tomar también el Rosellón francés.
Aun así, si Hitler ( o Mussolini) hubiera ejercido una firme presión sobre Franco, es de prever que tarde o temprano habría conseguido la entrada de España en la guerra del lado del Eje. Pero, agobiado por asuntos más urgentes, o estimando poco importante la entrada de España, cambió de planes. Lo cierto es que fue más bien la suerte de la historia y el denvenir de los acontecimienos lo que ayudó a Franco en este dilema y no como se ha querido mostrar después, una “habilidad preclara del Caudillo” para ver más allá de los acontecimientos históricos.
Las relaciones entre Hitler y Franco nunca fueron muy amigables. Tras el fracaso relativo de la entrevista de Hendaya, Hitler pensó seriamente en invadir la península ibérica (tanto España; como Portugal, país tradicionalmente aliado del Reino Unido). También le interesaba a Hitler la posición estratégica de las Islas Canarias. Aunque Franco procurara evitar entrar en la guerra, España realmente hizo proyectos para la defensa del país. Al principio, la masa del ejército fue colocada en la parte del sur del país en caso de un ataque Aliado. Sin embargo, Franco ordenó que las divisiones se movieran hacia la frontera francesa después de que Hitler le amenazó con la invasión. Al cabo del tiempo se hizo claro que los Aliados ganaban el conflicto, y Franco había amontonado todas sus tropas por la frontera francesa y había recibido aseguramientos personales de los líderes de países Aliados que ellos no desearon invadir España, sobretodo cuando los aliados desembarcaron en el Marruecos Francés. Aunque los soldados alemanes estuvieran bien preparados, la experiencia reciente de combate del ejército español y el terreno accidentado de España del norte presentó un obstáculo significativo a cualquier invasión de Eje. Y el miedo a que se repitiera una guerra de guerrillas como la que ocurrió en la guerra de la independencia española contra Napoleón.
De hecho Franco mando construir toda una barrera defensiva a lo largo de los Pirineos, que nunca se terminó del todo y a la que se llamó Línea P. Se empezó a construir en 1944 y su objetivo final era conseguir que la frontera resultase impermeable. El ejército en aquella época pensaba que con estas obras de fortificación se podría parar un ejército que entrase por alguno de los pasos de montaña hacia España. Hoy en día se ha quedado totalmente obsoleta y pertenece ya a nuestra historia reciente.
Según Robert Solborg, agente americano en Lisboa en 1942, el primer ministro británico Winston Churchill estaba convencido de que España entraría en la II Guerra Mundial del lado de Adolf Hitler. Para evitarlo, decidió sobornar a los generales que estaban bajo las órdenes del dictador Francisco Franco y crear así toda una corriente militar de pensamiento en contra de la entrada de España en el conflicto. El agente elegido para efectuar el soborno fue el banquero Juan March (que además fue uno de los principales financieros de la sublevación de 1936 y puso a disposición del Alzamiento franquista 600 millones de pesetas.),el que se encargó de convencerlos y distribuir entre ellos una suma inicial de diez millones de dólares americanos de la época. Según Ferrer, sólo en 1942, los generales de Franco recibieron entre 3 y 5 millones de dólares.
El núcleo de armada española estaba compuesto por seis cruceros, una veintena de destructores y cinco submarinos. Aunque suponía una fuerza naval significativa no era ni de cerca la que necesitaba España para proteger los intereses marítimos de una nación que salía de una guerra civil, que había destruido sus recursos y recibía por mar la casi totalidad de sus importaciones. Tampoco era mejor el estado de las bases situadas en tierra desde donde operaban estas naves.
De los 6 cruceros, sólo tres eran operativos: El buque insignia, el crucero pesado Canarias; crucero ligero Navarra, y el crucero ligero Almirante Cervera. Los otros tres; el siempre desfasado Méndez Núñez,el crucero Galicia y el crucero Miguel de Cervantes, todos cruceros ligeros de la clase Cervera, que se encontraban en astilleros, sin dotación, en una inaplazable operación de reacondicionamiento.
En cuanto a los destructores, una cuarta parte tenían una edad que se aproximaba a los veinte años, carecían de valor militar y cumplían funciones de escuela. Los destructores era de la Clase Churruca, Clase Alsedo. En cuanto a la Clase Ceuta y la Clase Teruel fueron viejos destructores cedidos por Mussolini a Franco en la guerra civil.
Los submarinos eran muy anticuados respecto a los que alistaban otros países, la mayoría pertenecía a las clases B y C (aunque unos cuantos se habían perdido en la guerra civil). Como ocurría en el caso de los destructores, Mussolini también cedió subamrinos, que se alistaron en la llamada Clase General Mola
El destructor Escaño
La carencia de oficiales, fruto de la situación producida en España entre 1936 y 1939, la escasez de repuestos y de combustible y, como consecuencia, el bajo adiestramiento de las dotaciones, reducían aún más el valor práctico de la Armada.
La Aeronáutica Naval, que en 1936 tenía más de cien aviones, había desaparecido en aquel mismo año por la eliminación física de sus oficiales. Unos meses antes de la sublevación había quedado fuera de servicio el portahidroaviones Dédalo, que fue definitivamente desguazado en 1940..
El 8 de septiembre de 1939, estando aún el Gobierno en Burgos, se promulgó una ley que establecía la construcción de cuatro acorazados, dos cruceros protegidos doce cruceros ligeros, cincuenta y cuatro destructores, treinta y seis torpederos, cincuenta submarinos, cien lanchas rápidas, buques auxiliares, pertrechos y repuestos. Por supuesto, este programa nunca se llegó a a efectuar por el devenir de los acontecimientos posteriores.
El submarino General Mola cuando aun se llamaba Archimede
A la vista de la situación política mundial, este programa naval se diseñó como directiva la creación de una fuerza naval que pudiera jugar un papel decisivo como sumando de un bando en un juego político concreto que pudiera plantearse Europa. El programa se basaba en la ayuda técnica que habría de recibir España, ya que nuestra industria no estaba en condiciones de construir por sí sola buques de guerra modernos de alguna importancia.
No habían hecho más que iniciarse las conversaciones con los italianos para la construcción en España de acorazados de la clase “Littorio”, cuando se inició la II Guerra Mundial. Quedó detenido el programa naval antes de nacer y el esfuerzo industrial, sin la cooperación extranjera, se centró en la modernización de las unidades existentes
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